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Incendios forestales: el círculo vicioso del cambio climático

Los incendios son un riesgo cada vez más frecuente en el mundo y en nuestro país. Tanto sus causas como sus consecuencias tienen una estrecha relación con el cambio climático, lo que hace urgente tomar medidas para evitar que aumente su ocurrencia, magnitud y efectos. 

Isidora Dahms

Analista
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Durante el verano del 2023 presenciamos múltiples focos de incendios forestales en zonas desde la región de Valparaíso a La Araucanía. En particular, los incendios del centro-sur de nuestro país arrasaron con más de 305.000 hectáreas sólo en el mes de febrero [1], lo que equivale al 9,6% de la superficie total de la región de La Araucanía, a más de tres veces y media la superficie del gran Santiago [2] y a más de un quinto de la superficie total de la región Metropolitana. A nivel país y para el período del 1 de julio del 2022 a marzo del 2023, la superficie afectada por incendios ya ha superado considerablemente al periodo anterior (1 julio 2021 – 30 junio 2022), con 419.621 ha versus 124.778 ha, es decir, un 236% más sin haber finalizado aún el período actual [2]. 

Los daños causados por estos incendios en nuestro país no nos dejan de sorprender, pero su presencia y recurrencia año tras año ya no es novedad. La lamentable situación de este 2023 parece un déjà vu de lo vivido en el verano de 2017 en las regiones de O’Higgins, el Maule y el Biobío. Estas se vieron impactadas por incendios forestales que duraron desde el 18 de enero al 5 de febrero de ese año [3], afectando una superficie equivalente a 467.000 ha de bosques [4]. 

Este tipo de tragedias no solo se han presenciado en el territorio nacional, sino que la frecuencia y magnitud de estos ha aumentado en muchos países. Un ejemplo son los incendios ocurridos en Victoria, Australia el 2009 donde se quemaron 450.000 hectáreas, murieron 173 personas y se perdieron más de un millón de animales [5]. Nueve años después, en el 2018 se presenció la temporada más destructiva en la historia de California, Estados Unidos, con más de 8.527 incendios que arrasaron con 766.439 ha, la mayor superficie quemada hasta la fecha [6]. El 2019 se perdieron más de 1.700.000 ha de bosque primario amazónico en cinco países (Brasil, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador) [7]. Luego, para el período de 2019 – 2020 se presenciaron nuevamente incendios en Australia que arrasaron con 5.240.000 ha [8], es decir, más de diez veces la superficie afectada en 2009. 

Los incendios forestales se categorizan como riesgos climáticos físicos y corresponden a la interacción entre vulnerabilidad, exposición y amenaza. Estos son aquellos causados directamente por amenazas climáticas y se dividen en riesgos físicos crónicos y riesgos físicos agudos. Como su nombre lo indica, los primeros se asocian a cambios en patrones climáticos al largo plazo, mientras que los segundos hacen referencia a eventos puntuales. Los incendios entran en esta última clasificación y afectan ecosistemas, personas y organizaciones al traducirse en muertes, pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos, junto con pérdidas financieras. 

A pesar de que la ocurrencia de incendios ha sido parte del ciclo natural de nuestro planeta con un rol fundamental en ciertos ecosistemas, el problema está en la magnitud de los incendios del último tiempo que arden por semanas y afectan extensas áreas. Los datos anteriormente mostrados indican que los incendios cada vez son más frecuentes y dañinos, tanto para los seres humanos, la biodiversidad como para la economía de los países. Las causas de estos incendios pueden ser naturales o provocados por el ser humano ya sea intencionalmente, accidentalmente o por negligencia. En Chile, el 99,7% de los incendios son provocados por los humanos y solo el 0,3% se deben a causas naturales, como tormentas eléctricas [9]. 

Dejando a un lado el responsable del inicio de un incendio, actualmente el problema clave es la dificultad de controlar el fuego ante la presencia de grandes cantidades de material orgánico que actúa como combustible y las perfectas condiciones meteorológicas que se generan verano a verano. Las temporadas de incendios son cada vez más calurosas, secas y largas provocadas por la mayor temperatura del aire, la disminución de lluvias, la sequedad de suelos y vegetación, y los fuertes vientos [10]. En Chile, se ha podido observar una clara disminución de las precipitaciones y de las reservas de agua, lo que ha provocado un aumento en la cantidad de incendios, especialmente en la zona centro sur del país. Esto debido a que mientras más caliente está el aire, más agua puede absorber, secando la vegetación y transformándola en material altamente combustible. A todos estos factores relacionados con el calentamiento global se les debe sumar acciones humanas como la presencia de monocultivos, el cambio de uso de suelos reemplazando el bosque nativo y la mala gestión de la tierra. Esto nos demuestra que es nuestra responsabilidad que los incendios hayan aumentado en frecuencia y magnitud, por lo que está en nuestras manos evitar que esto siga sucediendo. 

La creciente concentración de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera ha provocado un aumento de 1,1°C en la temperatura global con respecto a la era preindustrial [11]. En un incendio forestal se produce una combustión constante de materia orgánica, lo que se traduce en emisiones directas de CO2 a la atmósfera. Este gas es uno de los causantes del calentamiento global, generando así los incendios un ciclo vicioso, al perder los grandes sumideros de CO2 que son los bosques y liberar elevadas cantidades de gas. Con este ciclo de retroalimentación se estimula aún más la generación de incendios, al aumentar el calentamiento global y la sequía [10]. El siguiente gráfico es un claro ejemplo de lo anterior, al mostrar que el balance del 2017 sufrió un aumento producto de los incendios, pero no solo por el aumento de emisiones sino por la disminución asociada a la remoción de los bosques.

Los incendios no afectan exclusivamente a las personas, la biodiversidad y al cambio climático al emitir CO2, sino que también afectan a los proyectos de compensación de emisiones. Los proyectos forestales de créditos de carbono se desarrollan con cierto nivel de reservas ante la posible ocurrencia de incendios u otros riesgos que dañen los árboles. El problema es que estas estimaciones incluyen un alto nivel de incertidumbre, y con los datos empíricos obtenidos posteriormente se ha comprobado que las estimaciones no han sido acertadas. Un ejemplo de lo anterior es que, en Estados Unidos, en apenas 10 años los incendios forestales agotaron las reservas de créditos de carbono que deberían haber durado un siglo, es decir, las estimaciones no han estado ni cerca de lo ocurrido [13]. 

Como se mencionó anteriormente, los incendios son riesgos físicos que afectan a la población en general, por lo que también tiene efectos en las organizaciones. En particular, estos riesgos tienen consecuencias directas en la cadena de valor de empresas al afectar sus operaciones. Ejemplos de esto serían la interrupción de su cadena de suministro y dificultades para el traslado de trabajadores debido al cierre de carreteras y caminos, la potencial pérdida de materia prima y la privación de actividad física por la calidad del aire. 

En ImplementaSur apoyamos a las empresas a revisar y prepararse ante los riesgos físicos como los incendios forestales a los que están expuestos producto del avance del cambio climático. Asimismo, trabajamos en analizar cómo sus operaciones aportan emisiones de GEI a la atmósfera a través de la cuantificación de su inventario de emisiones. De manera complementaria, levantamos los riesgos climáticos a los cuales se puede ver expuesta una organización y analizamos los impactos financieros en los distintos escenarios de cambio climático. Con esta información ayudamos a desarrollar y establecer planes para lograr la mitigación de sus emisiones y adaptarse a un clima cambiante, para así reducir el impacto de la organización sobre el ambiente y aumentar su resiliencia. Finalmente, para llevar a cabo estos planes ayudamos en la formulación de programas para acceder a financiamiento climático que permite el desarrollo de proyectos de fomento para soluciones transformacionales en distintos ámbitos. Algunos ejemplos de experiencias de ImplementaSur se pueden encontrar en: https://implementasur.com/portafolio/. 

Considerando las alarmantes cifras e información expuesta, queda claro que las causas del inicio de los incendios y la dificultad de controlarlos son atribuibles a los humanos. A pesar de que la situación mundial es desalentadora y extrema, aún se puede hacer algo al respecto. Eliminar los incendios es imposible, pero sí se puede reducir el riesgo e impactos asociados. Es por esto que tenemos el deber de poner nuestros esfuerzos para prevenirlos y para disminuir nuestros aportes al cambio climático, pero debe ser ahora. En este último punto, las organizaciones tanto del sector público como del sector privado tienen un rol clave, pudiendo tomar acciones concretas que ayuden a frenar las consecuencias del cambio climático e influir directamente en los acontecimientos futuros. Todo esto con el fin de que los incendios dejen de ser una noticia constante en los veranos de Chile y el mundo. 

 

Fuentes y citas
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