Implementa Sur

¿Qué ocurre con la escasez de agua en Chile?

Para comprender la situación del agua que atraviesa el país se debe analizar la disponibilidad y demanda de este recurso en el contexto del cambio climático y el crecimiento demográfico y productivo

Marcos Alfaro

Analista
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En enero de 2022 el Gobernador de la región Metropolitana, Claudio Orrego, declaró que debido a los efectos del cambio climático y la mega sequía, no se podía descartar el racionamiento de agua durante este año. Esta declaración, junto con una campaña que incluía al mismo Gobernador rapeando, pusieron la preocupación por la escasez de agua en los medios de comunicación y en la población. Pero, ¿qué es lo que realmente ocurre con la escasez de agua en Chile?

Para comprender la situación del agua en el país se deben analizar dos temas muy importantes: la disponibilidad de agua actual, y la demanda que enfrenta este recurso por la población, los ecosistemas y los sectores productivos.

Al analizar los problemas de disponibilidad, es correcto asociar la escasez de agua como efecto del cambio climático, pues ha aumentado la variabilidad natural del ciclo de agua a escala mundial con múltiples y diversos impactos. Esto amenaza directamente el desarrollo de las actividades humanas y de los ecosistemas.

En Chile, la disminución de las precipitaciones y el aumento en la sequedad del aire por incremento de las temperaturas en los últimos años han provocado sequías en diversos sectores del país (Escenarios Hídricos 2030, 2018). A nivel nacional, la precipitación total anual registrada por 258 estaciones ha disminuido a una razón de un 7% por década durante los últimos 40 años (DGAC, 2021). Desde el año 2007 la situación es más crítica, con precipitaciones bajo el promedio, y alcanzando un déficit promedio del 26% en 2020 (DGAC, 2021).

Por otro lado, el análisis de las principales reservas de aguas subterráneas muestra una tendencia significativa a la disminución en los niveles de pozos, principalmente en las regiones del centro norte del país (Escenarios Hídricos 2030, 2018). Respecto de los glaciares, hay un retroceso glaciar o pérdida de masa en las zonas norte, centro y sur, y la elevación de las isotermas ha reducido los depósitos de nieve (Santibáñez, 2017). 

Las variaciones climáticas que han incrementado la frecuencia y la duración de estas sequías se han agudizado desde la zona central del país hacia el sur, y principalmente en las zonas aledañas a la costa (Escenarios Hídricos 2030, 2018). Desde el año 2010, la zona comprendida entre las regiones de Coquimbo y La Araucanía (cerca de un tercio del país) ha experimentado un déficit de precipitaciones cercano al 30% (FCH, 2021). El impacto de esta situación se refleja en que la sequía de los últimos años en la zona central es la más larga y severa desde que existen registros, denominada como la mega sequía. 

En cuanto a la demanda de agua, el Gobernador dentro de su declaración indicaba algo importante, “el llamado es transversal: personas, organizaciones, empresas y Estado debemos cuidar un recurso tan valioso y escaso como el agua”. La relevancia de este mensaje recae en que todas las personas y organizaciones incidimos en el aumento de demanda de agua que se ha experimentado en los últimos años producto del crecimiento demográfico y económico del país. Las extracciones de agua ascienden a 4.900 m3/s, lo que se traduce en 166 mil millones de metros cúbicos al año. De estos, el 7% corresponde a extracciones de agua que no retornan a la cuenca de origen, equivalentes a un caudal de 346 m3/s, y se proyecta que esta demanda siga creciendo en el tiempo, en un 4,5% para 2030, y 9,7% al 2040 (DGA, 2017). 

El sector agrícola representa un 72% del consumo de agua nacional, seguido por la producción de agua potable con 12%, el consumo industrial con 7% y la minería con un 4%. El 5% restante corresponde al consumo de agua en el sector pecuario y la generación eléctrica (DGA, 2017). Esto demuestra que las actividades productivas del país representan casi el 90% de la demanda de agua consuntiva, por lo que la gestión eficiente del recurso por parte de las empresas e industrias impactan significativamente sobre la disponibilidad nacional.

En este aspecto, el Estado a través de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático y su iniciativa del Certificado Azul promueve que las empresas reporten sus huellas de agua. Esto permite mejorar la información disponible asociada al uso del recurso, y así, poder planificar y gestionar el consumo de agua tomando en cuenta su vulnerabilidad y demanda. Paralelamente, trae beneficios al sector productivo pues, junto con mejorar sus prácticas de consumo, pueden ahorrar costos y alinearse con las exigencias de los stakeholders y mercados.

En ImplementaSur hemos trabajado con empresas de diversos rubros (minero, industrial, portuario, alimenticio, entre otros) en la medición de sus Huellas de Agua mediante inventarios que permiten dimensionar los flujos de agua que utilizan, identificar las actividades más consuntivas y medir los impactos que tienen sobre la disponibilidad de agua en el territorio. Asimismo, como paso siguiente al diagnóstico, se ha apoyado a las empresas en la postulación y obtención del Certificado Azul.

Al considerar la disminución en la disponibilidad de agua y las crecientes demandas, si no cambiamos nuestro consumo a uno eficiente y consciente, el agua será insuficiente. Esta compleja situación ya se traduce en preocupantes cifras: el 76% de la superficie del país está afectada por sequía, desertificación y suelo degradado (Emanuelli, et al., 2016), 110 acuíferos del país se encuentran con una demanda comprometida superior a su recarga (Ministerio del Interior, 2015) y a marzo de 2022, 188 comunas están decretadas como zonas de escasez hídrica (DGA, 2022). Esto último equivale a que el 54,3% de las comunas del país tiene problemas de disponibilidad de agua, afectando a más de 8 millones de habitantes.

Asimismo, la Política Nacional para los Recursos Hídricos indica que la brecha hídrica, calculada como la diferencia entre la disponibilidad efectiva de agua y la demanda existente, tiene un promedio nacional de 82,6 m3/s (Ministerio del Interior, 2015). Esta falta de agua se proyecta que aumentará a 149 m3/s al año 2030, al comparar la disponibilidad de agua futura con las proyecciones de crecimiento económico e infraestructura prevista a construir.

La situación es alarmante. El agua es un recurso escaso a nivel mundial y su disponibilidad en Chile está bajo una constante amenaza, siendo el 18° país con mayor riesgo por crisis hídrica, según el Atlas de Riesgos Hídricos (WRI, 2015). Es el momento que todos los actores tomemos acciones para cuidar y asegurar su uso eficiente, porque a pesar de los reproches que se hicieron al “rap” de Orrego para llamar la atención, entre sus versos dice algo muy cierto: “Cuidar el agua es su responsabilidad, nuestra y de todos como sociedad”.

 

Fuentes y citas
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